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El plan de México para defender su economía: inteligencia y calma en la revisión del T-MEC

Tras la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el panorama comercial entre México y su vecino del norte se enfrenta a nuevos desafíos. Marcelo Ebrard, secretario de Economía, ha destacado la necesidad de abordar la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) con «inteligencia y sangre fría». Este enfoque busca preservar la estabilidad y maximizar los beneficios de una relación comercial que ha sido clave para ambos países. 

La victoria de Trump ha revivido viejas tensiones. Durante su campaña, el mandatario amenazó con imponer un arancel del 25% a todas las exportaciones mexicanas si no se reduce el flujo migratorio hacia Estados Unidos. Este tipo de declaraciones han generado preocupación entre empresarios y funcionarios mexicanos. No obstante, Ebrard, con experiencia en negociaciones previas con la administración Trump, asegura que estos retos son manejables con una estrategia bien pensada y decisiones calculadas. 

El secretario subraya que la relación comercial entre ambos países es demasiado importante como para ser socavada por tensiones políticas. México es el principal socio comercial de Estados Unidos, y el flujo de bienes y servicios entre ambos países representa millones de empleos y miles de millones de dólares en ingresos. Según Ebrard, esta interdependencia económica proporciona una base sólida para la negociación y el diálogo. 

Ebrard enfatiza que México se ha estado preparando para la revisión del T-MEC desde antes de conocerse los resultados electorales en Estados Unidos. Destaca que, en comparación con las complejas negociaciones de 2018, la situación actual es más estable y predecible. En aquella ocasión, el tratado estuvo a punto de colapsar, pero hoy, con un crecimiento anual del 6.5% en las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, Ebrard ve un panorama más favorable. 

El funcionario también recordó la conversación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y Donald Trump, la cual calificó de positiva. Según Ebrard, esta comunicación es un indicativo de que ambos gobiernos están dispuestos a trabajar juntos para fortalecer la relación bilateral. 

Una de las principales preocupaciones en la relación bilateral es el posible impacto de los aranceles. Ebrard advierte que cualquier arancel adicional impuesto a las exportaciones mexicanas no solo afectaría a los productores mexicanos, sino también a los consumidores estadounidenses. Los productos manufacturados en México, como autos y electrodomésticos, son fundamentales para la economía estadounidense. Cualquier aumento en sus costos se trasladaría directamente al consumidor final. 

Además, muchas empresas estadounidenses, como Ford, tienen operaciones importantes en México. Estas fábricas no solo emplean a miles de trabajadores, sino que también son un pilar en la cadena de suministro norteamericana. Relocalizar estas operaciones sería costoso y contraproducente, lo que hace poco probable que las amenazas arancelarias se materialicen. 

Ebrard concluye subrayando la importancia de una cooperación estrecha entre México y Estados Unidos para enfrentar desafíos globales. En un mundo cada vez más competitivo, América del Norte necesita fortalecerse como una región integrada capaz de competir con otras potencias económicas, especialmente Asia. 

El secretario se muestra optimista: «La prosperidad compartida será la clave para sostener una relación comercial sólida. Nada es fácil, pero estoy seguro de que con serenidad y estrategia lograremos grandes avances». 

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