La música como lenguaje universal: el estudio que desentraña la genialidad de Bach

Redactor: Sam Torne 

Johann Sebastian Bach es conocido como uno de los grandes genios de la música barroca. Su obra, admirada durante siglos, no solo destaca por su belleza y complejidad, sino también por la capacidad de evocar emociones profundas. Sin embargo, un reciente estudio ha revelado que detrás de su música se esconden patrones matemáticos que podrían explicar la conexión universal que sus composiciones generan. 

Un equipo liderado por el físico Suman Kulkarni, de la Universidad de Pensilvania, analizó 337 composiciones de Bach utilizando herramientas de estadística, teoría de la información y física. Al representar las partituras como redes de nodos conectados por aristas, los investigadores pudieron estudiar las relaciones entre las notas como un sistema matemático. Este enfoque permitió identificar estructuras que optimizan la transmisión de información musical, publicando sus hallazgos en la revista Physical Review Research. 

La clave del análisis fue la entropía de información, un concepto desarrollado por Claude Shannon en 1948, que mide el nivel de sorpresa o novedad en un mensaje. Las transiciones entre notas en las composiciones de Bach mostraron niveles de entropía significativamente más altos que las redes aleatorias, lo que indica una sofisticación única en su construcción musical. 

Variedad según el estilo 

El estudio también reveló que la entropía y la complejidad variaban según el tipo de composición. Por ejemplo, los corales, diseñados para ser cantados en comunidad, mostraron estructuras más simples pero aún ricas en información. En contraste, las tocatas y preludios, obras más elaboradas para instrumentos de teclado, exhibieron mayor complejidad y sorpresa, capturando la atención del oyente de manera única. 

La percepción humana de la música 

Los investigadores destacaron cómo las estructuras de red en las composiciones de Bach coinciden con la forma en que los seres humanos procesamos la música. Según el coautor Dani Bassett, el cerebro humano no aprende redes de manera perfecta, sino que busca patrones más amplios, sacrificando detalles locales. Este sesgo podría explicar por qué la música de Bach resuena profundamente en tantas personas. 

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