Redacción Ismael Salgado
La situación migratoria en Los Ángeles se salió de control después que el pasado viernes 6 de junio agentes de ICE llevaran a cabo redadas en varios vecindarios del condado. Aunque la ciudad es considerada un “santuario” para personas migrantes, la operación terminó con más de 100 personas detenidas, lo que encendió la alarma entre la comunidad y activistas, quienes no tardaron en tomar las calles para protestar.
Durante el fin de semana, las manifestaciones crecieron rápidamente, sobre todo en zonas como Paramount, Compton y el centro de la ciudad. Aunque comenzaron de forma pacífica, algunas se salieron de control cuando grupos lanzaron objetos, causaron daños a vehículos de vigilancia y hasta provocaron incendios. La Policía de Los Ángeles respondió con arrestos masivos, especialmente tras los bloqueos y disturbios que se dieron en la autopista 101.
Frente a este panorama, el gobierno de Donald Trump decidió enviar refuerzos: unos 2,000 elementos de la Guardia Nacional fueron activados, y este lunes 9 de junio también se anunció la llegada de 700 marines desde una base militar cercana. Aunque estos últimos no pueden intervenir directamente con civiles (a menos que se invoque una ley especial), su presencia busca resguardar instalaciones y personal federal.
La respuesta de California no se hizo esperar. El gobierno estatal presentó una demanda en contra del despliegue militar, señalando que es una acción “ilegal” y fuera de lugar. Además, la suspensión temporal de trámites migratorios y la militarización de algunas zonas han generado un ambiente de miedo e incertidumbre entre las comunidades migrantes que viven en el sur del estado.
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