Redactor: Sam Torne
El programa encubierto de vigilancia con drones en territorio mexicano por parte de Estados Unidos comenzó durante la administración del expresidente Joe Biden. Este programa tenía como objetivo principal identificar y localizar laboratorios clandestinos de fentanilo operados por cárteles mexicanos.
Para ello, se implementaron vuelos secretos de drones y se estableció una unidad de inteligencia dedicada al análisis de la información recopilada. Según informes, estos drones han demostrado ser efectivos en la detección de laboratorios de fentanilo, ya que las sustancias químicas emitidas por estos centros facilitan su localización aérea.
Intensificación bajo la administración de Trump
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia, el programa no solo se mantuvo, sino que se intensificó. La administración Trump ha incrementado los vuelos de drones en territorio mexicano como parte de sus esfuerzos para combatir a los cárteles de la droga.
Además, Trump ha considerado designar a varias organizaciones criminales mexicanas como organizaciones terroristas extranjeras, lo que otorgaría al gobierno de Estados Unidos mayores facultades para intervenir en sus actividades. Esta designación permitiría, entre otras cosas, la imposición de sanciones económicas y una mayor flexibilidad en las operaciones de inteligencia y militares.
Reacciones y tensiones diplomáticas
La implementación y expansión de este programa de vigilancia han generado tensiones diplomáticas entre Estados Unidos y México. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha minimizado los informes sobre los vuelos encubiertos de drones estadounidenses, calificándolos como parte de una «campañita».
Sin embargo, estas operaciones han suscitado preocupaciones sobre la soberanía nacional y la legalidad de las acciones unilaterales en territorio mexicano. Por su parte, Trump ha justificado estas medidas argumentando que México está «gobernado por los cárteles», lo que, según él, justifica una intervención más agresiva por parte de Estados Unidos.
Características de los drones utilizados
Los drones empleados en estas operaciones son principalmente los MQ-9 Reaper, desarrollados por General Atomics Aeronautical Systems. Estos aviones no tripulados están equipados con sensores electroópticos e infrarrojos, sistemas de vigilancia marítima y equipos de monitoreo del espectro electromagnético.
Tienen una autonomía superior a 27 horas, pueden operar a altitudes de hasta 50,000 pies y alcanzar velocidades de 240 nudos. Aunque actualmente se utilizan para misiones de vigilancia y recolección de inteligencia, estos drones tienen la capacidad de ser armados para operaciones ofensivas, lo que ha generado debates sobre su posible uso en el futuro.
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