Redacción: Inés Arroyo
El senador colombiano Miguel Uribe Turbay, aspirante a la presidencia por el partido Centro Democrático, se encuentra en estado crítico después de ser atacado con arma de fuego durante un evento político en Bogotá. Recibió dos disparos en la cabeza y uno en la pierna izquierda.
El agresor fue un joven de 15 años, quien había participado en un programa social del Gobierno, pero se retiró voluntariamente por problemas de conducta. El menor fue detenido en el lugar y enfrenta cargos por tentativa de homicidio y porte ilegal de armas. Según la ley, podría pasar hasta ocho años en un centro de rehabilitación, pero no en prisión.
La clínica Fundación Santa Fe, donde Uribe fue operado, informó que su respuesta al tratamiento ha sido muy limitada y que el pronóstico es reservado. El Congreso colombiano suspendió sus actividades para rendir homenaje al senador y expresar solidaridad.
El presidente Gustavo Petro denunció que el esquema de seguridad de Uribe fue reducido el día del atentado, de siete a solo tres escoltas, y ordenó una investigación exhaustiva. Además, la Fiscalía reveló que el arma usada fue comprada legalmente en Estados Unidos en 2020.
Este ataque revive momentos difíciles en la historia reciente de Colombia, recordando la violencia política que en las últimas décadas ha marcado la vida pública del país. Miguel Uribe proviene de una familia con un fuerte legado político; su abuelo fue presidente y su madre murió durante un secuestro vinculado al cartel de Medellín.
Con las elecciones presidenciales de 2026 comenzando, la violencia y la inseguridad política se vuelven un reto urgente. ¿Podrá Colombia proteger a sus líderes y garantizar un proceso electoral seguro y transparente?
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