Redactor: Cristal Jiménez
El Vaticano ha emitido una declaración que marca un cambio significativo en la política de la Iglesia Católica: los hombres abiertamente homosexuales podrán ser admitidos al sacerdocio, siempre y cuando vivan en celibato y demuestren una vida acorde con los valores cristianos.
“Al referirse a las tendencias homosexuales, también es conveniente no reducir el discernimiento sólo a este aspecto, sino, como para todo candidato, captar su significado en el marco global de la personalidad del joven”, decía el informe titulado “Orientaciones y normas para los seminarios”.
La decisión busca actualizar la posición de la Iglesia frente a las realidades sociales actuales y a las demandas de mayor inclusión dentro de sus comunidades. Según las declaraciones oficiales, esta apertura no compromete los principios del celibato y el compromiso pastoral, sino que reconoce la dignidad de toda persona, independientemente de su orientación sexual.
El anuncio, que ha sido recibido con reacciones mixtas, destaca que la orientación sexual no debe ser motivo de exclusión automática del ministerio sacerdotal. En palabras de un portavoz del Vaticano, “lo importante es la vocación y el compromiso con la misión de la Iglesia, no la orientación sexual de los candidatos”.
Sin embargo, el tema ha generado debate tanto dentro como fuera de los círculos religiosos. Algunos sectores conservadores critican la medida, argumentando que podría desestabilizar las tradiciones de la Iglesia. Por otro lado, grupos progresistas y defensores de los derechos LGBTQ+ la consideran un paso hacia la igualdad y la justicia dentro de una institución históricamente excluyente.
Este cambio refleja los esfuerzos del Papa Francisco por promover una Iglesia más inclusiva y cercana a las realidades de sus fieles. Aunque todavía persisten desafíos, el anuncio es visto como un hito en el diálogo entre la fe y los derechos humanos.
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