Por Ricardo Burgos Orozco
Esta semana es muy especial para mil 390 millones de católicos en el mundo. En la Biblia, en la que se basa esta fe, se refiere en repetidas ocasiones al pensamiento dicotómico, cuyo significado es observar al planeta exclusivamente como dos polos opuestos: bueno y malo, blanco y negro, cielo e infierno. La dicotomía entre el cielo y el infierno trata a la oposición entre el bien y el mal. También significa que el cielo y el infierno son destinos espirituales que se determinan por las acciones y decisiones de una persona.
Estar entre el cielo y el infierno también es una frase coloquial que usa mucha gente para definir a alguien que no sabe tomar buenas decisiones o las malas le ganan a las buenas. En su entorno o más allá de él, piensen quienes entrarían en este concepto, a lo mejor un familiar, un conocido, un amigo, su jefe, un presidente de la república, un secretario de Estado, un senador, un diputado, un presidente municipal. Puede ser cualquiera.
Por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador navega entre el cielo y el infierno porque, aunque muchos lo consideran el mejor presidente de la historia de México, es uno de los peores porque ha vivido de mentiras – que millones de personas le siguen creyendo –, provocó un déficit fiscal grave, canceló un aeropuerto de primer nivel para construir otro que deja mucho que desear y que sigue costando miles de millones de pesos a los mexicanos; aseguró que México iba a tener un servicio de salud mejor que Dinamarca y hasta ahora eso no se ha cumplido; su política de “abrazos no balazos” fue un fracaso por lo cual la violencia y la presencia de los cárteles aumentó en su sexenio. Lo único “bueno” que ha hecho fue institucionalizar la entrega de dinero para adultos mayores.
La actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se posiciona en el cielo cuando asume la actitud de estadista, con buenas decisiones, firmeza, serenidad y paciencia ante las amenazas y acechos de Donald Trump y para atender las demandas de las madres buscadoras, pero cae en el infierno al apoyar la venganza de López Obrador contra el Poder Judicial y permitir la falta de respeto de políticos mañosos y nada institucionales como Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Andrea Chávez y Andrés López Beltrán, entre varios más.
Contrariamente a su madre, Rosario Ibarra de Piedra, quien se ganó el respeto de los mexicanos por su entereza, trabajo y honestidad, la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra Ibarra, ha arrastrado el prestigio de su apellido al comprobarse su inutilidad e ineficiencia en ese organismo en los dos periodos que lleva. Repitió en el cargo solamente porque es apoyada por López Obrador desde donde se encuentra. Rosario Piedra Ibarra en la CNDH ha sido solamente malo, nada bueno.
Cuauhtémoc Blanco es un claro ejemplo de estar entre la gloria y el averno. Fue uno de los futbolistas mexicanos más populares y con eso hubiera pasado a la historia, pero se metió a la política por ambición – sin ninguna preparación profesional — y se hundió en el infierno. Ahora — aunque su partido Morena y el expresidente López Obrador lo respalden – nada cambiará la percepción de que es una mala persona, cínico y deshonesto.
Y si hablamos de deportistas, uno que cayó del cielo al infierno fue Julio César Urias Acosta. Estaba triunfando con Los Dodgers de Los Ángeles en las Grandes Ligas de beisbol de Estados Unidos, ganó un campeonato mundial en 2020, tenía un contrato millonario con su equipo hasta que se desplomó hasta el fondo del averno en 2023 al ser arrestado por violencia doméstica. Su contrato fue cancelado por los Dodgers y hasta ahora no ha vuelto a jugar.
Otro más: Javier Hernández Balcázar, centro delantero, máximo anotador de la selección mexicana de futbol; jugó en tres mundiales: Alemania, Sudáfrica y Brasil. Debutó en el Club Guadalajara; fue vendido después al Manchester United de Inglaterra, pasó por Real Madrid, Bayern Leverkusen, West Ham United, Sevilla y Los Ángeles Galaxy. Regresó el año pasado al Guadalajara con muchas expectativas, pero ha sido un rotundo fracaso. Quien era un ídolo – estaba en el cielo — ahora es repudiado por la gran mayoría de los aficionados y está en el infierno. Muchos piden su retiro para que no siga causando lastimas.
Debe haber más mexicanos y personajes de todas partes del mundo que caminan entre el cielo y el infierno ¿A quiénes más conoces?
