Redacción: Inés Arroyo
El distanciamiento entre Elon Musk y Donald Trump escaló esta semana hasta convertirse en una batalla pública. Lo que comenzó como una alianza estratégica durante la campaña presidencial de 2024 ha terminado en acusaciones graves, amenazas económicas y un fuerte impacto en los mercados financieros.
La relación entre ambos tuvo altibajos desde el inicio. Musk formó parte de los consejos asesores de Trump en 2016, pero se retiró en 2017 por desacuerdos en temas ambientales. Años más tarde, se reconciliaron políticamente. Tras un intento de asesinato contra Trump en 2024, Musk lo apoyó abiertamente y se convirtió en su principal donante con 250 millones de dólares. Incluso fue designado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un organismo creado para reducir el gasto público.
Sin embargo, a mediados de 2025 comenzaron las tensiones. Musk criticó el proyecto fiscal impulsado por el presidente y renunció a su puesto el 28 de mayo. Trump reaccionó dos días después en una conferencia de prensa, asegurando que “no se va realmente”.
El 3 de junio, Musk calificó la reforma presupuestaria como “una abominación repugnante”. El 5 de junio, Trump dijo sentirse “muy decepcionado” y amenazó con cancelar contratos federales con las empresas de Musk. Ese mismo día, el empresario respondió en su red X acusando al presidente de estar vinculado con los archivos del caso Jeffrey Epstein, lo que provocó una caída del 14 % en las acciones de Tesla y pérdidas por 150 millones de dólares en el mercado. Musk también perdió 20 millones de su patrimonio personal.
El 6 de junio, Musk respaldó un mensaje en el que se sugería una reconciliación por “el bien del país”. Sin embargo, Trump descartó cualquier acercamiento y dijo no tener planes de hablar con él.
La ruptura expone no solo una fractura personal, sino también las consecuencias políticas y económicas que surgen cuando figuras de alto poder rompen sus alianzas. En un contexto de elecciones y polarización, el conflicto deja ver la fragilidad de los acuerdos estratégicos en el poder.
¿Cuánto puede afectar esta guerra entre titanes al rumbo político y económico de Estados Unidos?
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